Sabrina
En los “felices” años veinte, las villas de recreo de su ciudad se llenaban de visitantes que transformaban las tardes en escenarios de celebración. Entre luces, orquestas y mesas infinitas, la hospitalidad se desplegaba como un arte silencioso.
Desde la copa de los árboles, como Audrey Hepburn en Sabrina, observaba aquellos encuentros que se movían como una coreografía perfecta.
Cada noche aprendía, sin ser vista, ese lenguaje. Memorizaba cada gesto, asegurándose de que era capaz de reproducirlo hasta con los ojos cerrados, mientras aguardaba, paciente, el instante en que llegara su turno.
El estampado de esta colección nace de aquellas veladas en las villas de recreo, cuando la luz de las velas, las fuentes y las copas se mezclaban con las voces de los invitados.
Sabrina es un homenaje a la hospitalidad como un arte que se absorbe antes de empezar a practicarlo. Habla de ese tiempo de observar y guardar gestos hasta convertirlos en lenguaje propio.